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Una vieja leyenda judía

Una vieja leyenda judía

En algún momento durante el siglo XIV, cruzaron sus vidas dos amantes: un niño cristiano y una niña judía llamada Susona. Al igual que Romeo y Julieta, este amor estaba estrictamente prohibido y las familias de ambos lados lo desaprobaban. Pensando que se trataba de niños siendo jóvenes y tontos, ninguno de los lados hizo mucho al respecto más que amonestar a sus hijos. Sin embargo, las cosas tomaron un giro siniestro cuando los jóvenes enamorados quisieron casarse. Simplemente no se permitía que un judío y un cristiano se casaran. Uno de ellos tendría que convertirse. Temiendo lo peor para su descarriada hija, la familia de Susona decidió asesinar a su joven amante. Sin embargo, ella se enteró y le advirtió. Este joven era un hombre de acción, y llegó a la conclusión de que no podía ser asesinado si llegaba a sus posibles asesinos antes de que ellos llegaran a él. Al amparo de la oscuridad, trepó por la ventana de Susona y sigilosamente asesinó a su familia antes de huir de Santa Cruz a un lugar seguro. Al día siguiente, se había corrido la voz de lo sucedido y la comunidad judía se reunió para decidir qué hacer. La solución a la que llegaron fue un ultimátum para Susona: si ella renunciaba a su amor por el hombre y su nueva fe cristiana, y volvía al judaísmo y se disculpaba por todo, estaría libre de culpa, pero si no lo hacía, sería asesinada. Susona era más que testaruda. Tan enamorada estaba que preferiría elegir la muerte antes que una vida sin su hombre. Que así sea. La comunidad la tomó y la asesinó brutalmente. Su cráneo fue colocado en un estante fuera de su ventana como un recordatorio macabro de lo que les sucede a aquellos que dan la espalda a su cultura y religión.

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